Mía, la otra gemela.
La historia de Mía, tal vez parezca un tanto espeluznante, macabra y del mal gusto.
A juzgar por los hechos, he decido contarla para adentrarnos sólo por un momento en esta realidad que supera ampliamente la ficción.
Mía era una adolescente más, en este bendito mundo pero con una particularidad un tanto atrayente que iremos descubriendo de a poco.
Una tarde calurosa de Enero, los mosquitos estaban bastantes fastidiosos y el sol parecía resquebrajar todo concreto y ser mortal que anduviera caminando desprovisto de protección.
La postal de ese mes de verano era muy pintoresco, gente sentada afuera tomando mate abanicándose por el impertinente calor, niñas jugando a la rayuela. En cuanto al sexo opuesto, se dedicaban a competir y apostar sus últimos ahorros de casi todo un año para saber quién iba a embocar la bolita en el hoyo de tierra.
Si mirábamos un poco más hacia nuestros costados podíamos toparnos con mamàs paseando a sus criaturas, ancianos tomados de las manos charlando muy placenteramente tal vez de alguna hazaña vivida o situación que quedo pendiente.
Cuando de repente se oye un disparo en una de las casas linderas de Doña Felipa. Todos asustados y tenebrosos corrieron hacia el lugar donde el disparo fue efectuado.
Un cuerpo bocabajo yacía en la habitación de una de las gemelas. Atada de pies y manos, con la cabeza tapada con una bolsa de consorcio se encontraba la adolescente.
No lograban inferir quién era puesto que sus rasgos estaban un tanto desfigurados por la estrangulación que esta sufrió. Su vestimenta estaba rota, parecía haber sido arrancada con mucho furor, ira y bronca. Los moretones estaban a lo largo y a lo ancho de todo su delgado cuerpo. Sus cabellos teñidos de sangre denotaban la alevosía con la cual había sido ultrajada.
Cuando llega la policía forense, intenta alejar a los vecinos de la escena del crimen. Acongojados y sumidos en un recóndito dolor se retiran para dar lugar a los científicos a realizar su tarea. Inmediatamente, un auto de alta gama polarizado se aproxima al lugar, se queda unos minutos y se da a la fuga.
Cuando el cuerpo de la niña era trasladado para realizarle la autopsia, llega la madre en un estado de nerviosismo tal que se avalancha ante el cuerpo de su venerada niña y en un intento por descubrir quien era de las dos hermanas rompe la bolsa plástica que cubría su diminuto cuerpo. Sin lograr su cometido, la policía logra detenerla y sedarla, al menos eso la detenía por un instante. El informe forense había descubierto que la victima era Regina a través del ADN habían podido descifrar su identidad.
Ahora bien ¿ dónde estaba Mía la otra gemela? ¿y quién había cometido semejante atrocidad?
Pasado un tiempo, integrantes del cuerpo especial forense logran indagar al presunto implicado del hecho. Un ex novio apodado “el pulga”. Este fue sobreseído y finalmente declarado culpable por el aberrante hecho. Por el crimen cometido le dieron cadena perpetua. No solo la violó si no también la estranguló y le disparó por la espalda, un verdadero cobarde!!!.
Los motivos nunca fueron mencionados pero el veredicto final fue contundente, la resolución concluyó en que este tipo sabia lo que hacía desde un principio sintiendo ningún tipo de remordimiento o culpa. Típico de psicópatas.
Al finalizar el caso “el pulga” se dirige al estrado paulatinamente y con voz ronca declara:
“disfrute cada segundo de su lenta y penosa agonía”. Ante semejante afirmación, todos quedaron sin habla. Rápidamente fue llevado a su celda, sin pena ni culpa caminaba lentamente, como si estuviera en paz consigo mismo. Y a todo esto ¿ dónde estaba Mía ? y ¿qué papel preponderante cumplía ella en todo esto? Al cabo de un tiempo, se descubre que la entregadora de semejante bestialidad había sido ella. Enamorada perdidamente de este tal “pulga”, decide sacrificar su hermandad por su irreflexivo y enfermizo amor. Clandestinamente eran amantes, y estaban dispuestos a consagrar su pasión a como de lugar. Sometida por éste perspicaz adulador, encierra a su hermana para que esta sea presa fácil de su depredador. Convencida de hacer lo correcto, la droga, y la mantiene cautiva.
Finalmente Mía fue condenada a cadena perpetua por planear el crimen y ser participe del mismo. Exitosamente el plan de los enamorados dio con los resultados esperados. Ella al saber que iba a pasar su vida tras las rejas, intenta disfrazarse de hombre para filtrarse en la misma cárcel de máxima seguridad que su amado. Evadiendo todo tipo de requisa la bien conocida Mía, ahora se hacía llamar Roberto. Ropa holgada, cabello corto y porte masculino. Nada suponía lo contrario.
Mía, Roberto y el pulga unidos. Por siempre.
Natalia Samburgo